miércoles, octubre 10

Del legado temprano del surrealismo local


           La niebla cruzaba por la calle alpha en el suburbio del barrio norte de la capital. Los pocos transeuntes aparecían de entre ella y quedaban a lo lejos titilando mientras yo avanzaba hace bastante tiempo hacia ellos. En el cerro algunas luces caían de tiempo en tiempo mientras otras hacían el intento por conseguir un lugar más alto. El sonido de unas campanillas me abrieron el apetito. Entre algo preocupado pero sin ánimo de mostrar mi inquietud. Pase, compré y salí. Me detuve en el siguiente semáforo y probé un poco. Crucé y seguí caminando, ahora apuraba el paso. Los titilantes habían desaparecido, y en cambio se veía a lo lejos un único punto titilante de mayor tamaño. Un puente. Una curva y más neblina. Ese es el sueño. Una carretera sin final y un hombre tratando de esquivar la neblina. -¿Pero cómo? eres bastante insoportable ¿lo sabías?- El hombre era yo, en teoría, puesto que nunca perdí el eje de mi conciencia. El espacio fue siempre el mismo y el tiempo avanzó cronológicamente. Pero eso era todo. Un hombre aparecido en un suburbio del norte que no lograba ver más allá por la espesa neblina. No sé muy bien dónde estaba, pero había otro hombre. Lejos. Imposible de distinguir, que luego desapareció. No se cruzó conmigo, de eso estoy seguro. Pero venía hacia mí. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario